El pueblo habló. No hay mayor legitimidad en una democracia que la que se expresa en las urnas. Este domingo, Tamiahua eligió, y lo hizo con contundencia: el 45 por ciento de los votos emitidos favorecieron a la candidata del Partido Verde Ecologista de México, quien no necesitó de promesas huecas ni de simulaciones ideológicas para convencer a una mayoría clara y consciente.
Mientras los adversarios políticos apostaron por el ruido, la confrontación y la improvisación, la candidata verde articuló una propuesta seria, técnica, sustentada no en ocurrencias sino en el conocimiento del presupuesto municipal y en una década de trabajo territorial. Los resultados, publicados oficialmente en el PREP del OPLE Veracruz, no dejan lugar a dudas: Tamiahua se pintó de verde, y lo hizo en una jornada que, a pesar de las irregularidades denunciadas, culminó con un veredicto irreversible.
En su mensaje de victoria, la virtual ganadora no solo celebró el respaldo popular sino que también lanzó una crítica directa a las prácticas políticas que buscaban enturbiar el proceso: la compra de votos, las amenazas, la violencia política e incluso el uso indebido de recursos por parte de otros contendientes. Su triunfo, dijo, es una respuesta del pueblo a esos abusos. Y es difícil rebatirlo cuando la diferencia es tan amplia y la narrativa tan clara.
La transición arranca con seis meses por delante y un Plan de Desarrollo Municipal —según sus propias palabras— ya avanzado al 90%. A partir de hoy, Tamiahua entra en una nueva etapa. Una etapa en la que la administración promete ser de puertas abiertas, participativa, incluyente y transparente. No es poca cosa en un país donde la opacidad y el clientelismo son la norma.
La candidata también hizo referencia al respaldo de figuras como Rocío Nahle y Claudia Sheinbaum, lo cual anticipa una alineación institucional favorable que, si se maneja con inteligencia, podría traducirse en beneficios tangibles para el municipio costero.
Tamiahua, “la Siempre Bella”, como se le llama con nostalgia y esperanza, no necesita más promesas. Necesita resultados. Esta victoria, más que una celebración partidista, es una oportunidad para demostrar que sí se puede gobernar con vocación, con técnica y con respeto al mandato popular.
Porque al final, la democracia no se trata de gritar más fuerte, sino de escuchar mejor. Y hoy, Tamiahua fue escuchada.